Tras La Venus de Tonelete vamos a seguir la serie con el cuadro " Nocilla, qué meriendilla", de Eduard Manet, aprovechando que le dije a Nuria que si fuera un cuadro, sería Nocilla qué meriendilla. No se llama así, ni tampoco La Merienda Campestre, aunque todos la conocen por este nombre.
" Dejeunner sur l'herbe" ( almuerzo sobre la hierba. La fonética del idioma francés me trastorna, en serio. Cada vez que una camarera en París me preguntaba cómo quería el café me parecía que se me estaba declarando), este cuadro fue un escandalazo de muy señor mío, porque la chica ni era un mito, ni una alegoría, ni un símbolo virginal .....era lo que es, una tía en bolas, desnudez sin justificaciones junto con las deliciosas viandas derramadas de la cesta de mimbre, compitiendo con ellas a ver quién se lleva el premio al mejor manjar. Mira de frente con picardía, divertida, ...como diciéndose " estos dos pardillos... que nada, que no captan el mensaje.., venga a hablar y hablar del Madrí-Barça"
Estamos en París, en 1863, con Napoleón III tratando inútilmente de reverdercer los inmarcesibles ( ¿te gusta, Talkin?..jajaja..) laureles de su incomparable tío. Este último monarca francés era hijo de Luis, el cuarto hermano de Napoleón, el que se fue a vivir con su todavía anónimo hermano mayor mientras estudiaba en la Academia de Artillería que se encuentra frente a la Torre Eiffel, al que llevaba y recogía de la mano todos los días del colegio y con quien se quedaba hasta altas horas de la noche ayudándole a hacer los deberes.
Francia no se sofocaba a golpes de pecho tanto como la pacata y puritana Inglaterra, pero tampoco estaba preparada para esta " desvergonzada indecencia solo apta para observadores entregados a fantasías colectivas prohibidas", como dejó escrito un sesudo miembro del Jurado.
Como suele pasar, cuando fue expuesto este cuadro en el Salón de los Refusés ( ¿ "rechazados", Nuria?), ya lo creo que fue el más rechazado, pero también el más visitado.., pillines estos parisinos de siempre...Solo hubo una voz intelectual de altura que se atrevió a glosarla, pero no es de extrañar porque esa voz era la de la garganta y la pluma de un gran tocapelotas tan insobornable como independiente:el gran novelista Emilio Zola, el del Caso Dreyffus, caso que tiene mandanga también porque se atrevio Emilio él solito a llevar la contraria a todo el sistema que acusaba al pobre judío de haber matado a Manolete y derribado Las Torres Gemelas. Al final, se supo tarde y mal que Zola llevaba razón en defender su inocencia. Por cierto, el primer libro que me leí fue su " Germinal" ...sí, empecé pisando fuerte. Ahora estoy con una antología de 13 Rue del Percebe.
Supongo que a Eduardo le alivió muchísimo la reseña que le dedicó Zola: " este chico es un hombre valiente que ha dado a la Exposición el brillo, aliento intelectual, ingenio y atractivo de lo inesperadamente nuevo". Un subidón en toda regla viniendo el elogio del enfant terrible de la época.
Manet también fue como su talentoso admirador, un contracorriente. De buena familia, su padre alto cargo de Justicia, su madre de linaje y prosapia diplomática de altos vuelos...No quería estudiar.., le enrrolaron para escarmentarle en la Marina, pero el único nudo marinero que hizo en su vida fue acordonarse sus náuticos. La familia acabó rindiéndose ante su tozudez y su deliberada incompetencia para todo lo que no fuera pintar, que es lo que le gustaba.
A Napoleón III casi le da un patatús cuando contempló el cuadro, montó en cólera y chilló imperialmente en medio de la sala..." ¿Quién ha pintado esta monstruosidad?"..., pero su cari, Maria Eugenia de Montijo, como era granadina descendiente de princesas raptadas por los moracos nazaríes para formar parte de sus serrallos, le dijo al oído..." churri..., pues a mí me gusta". Gracias a ese pequeño comentario femenino de los que mueven montañas cuando el marido está enamorado - y los napoleones todos eran superenamoradizos- pues el cuadro se salvó de ser inmediatamente retirado.
El caso es que, cuando estuve en el Museo de Orsay ..-sigo sin decantarme, no sé cuál me gusta más, si el Orsay o el Louvre, tan impresionantes son - , me quedé un buen rato atrapado en la mirada de la muchachilla. E iniciamos un diálogo. La moral puritana me impide desvelar el contenido de tal diálogo, no quiero expresar en público qué es lo que me comería del cuadro, pero baste decir que acabé convenciéndola para que dejara a esos dos panolis hablando de los viajes de Ulises y aceptara la invitación de acudir a mi hotel de Eurodisney. Mis propuestas le gustaron más.
Bromas aparte, este cuadro merece ser muy considerado por sus valores artísticos. Por su composición, por su lenguaje que invita a un festín sensual...un cuerpo bello y desnudo de mujer, rodeado de verdor, otra chica chapoteando cerca, cerezas ( la fruta favorita de Urlanda), una rica y crujiente viena, ...¡si se puede oír hasta los gorjeos de los pajarillos del bosque! El primer plano del cuadro es de inspiración realista, pero a medida que se aleja , el efecto impresionista cobra más cuerpo, consiguiendo Manet una mezcla perfecta entre los dos estilos.
A mí me parece un cuadro muy bonito y de los que más me gustaron del Orsay..., y eso que estuve esperando en balde en mi hotel de Eurodisney, que si encima llega a venir la muchachilla de la mirada turbadora...